Un viaje de 1400 km por Sudamérica en busca de un repuesto
Hoy os llevamos de viaje a través de tres países en busca de una batería para el coche comparando las distancias sudamericanas con las europeas.
Kilómetro 0: Samaipata, Bolivia
En Samaipata, un lugar precioso al pie de los Andes, se trunca nuestra aventura por una batería caprichosa. El Land Cruiser no arranca hasta que cogemos el arrancador de batería portátil (o jump-starter) y nos armamos con algo de paciencia.
Aún tenemos la esperanza de que se vuelvan a cargar y recorremos la Ruta del Che subiendo hasta los 3000 m s. n. m. Dormimos en la altura y a la mañana, con un poco de cuesta, se pone en marcha. La batería seguía dando señales de flaqueza y decidimos ir a Sucre, la capital de Bolivia, convencidos de que allí seguro que encontramos una solución.

Kilómetro 360: Sucre, Bolivia
Tras dos días y 20 tiendas especializadas en baterías visitadas, tenemos algo claro: las que buscamos no existen aquí.
Buscamos baterías AGM: son baterías de plomo-ácido reguladas por válvula. Se usan para proporcionar mucha energía en poco tiempo, como cuando arrancas un coche. También tienen una alta resistencia a los golpes. Justo lo que necesitamos para seguir recorriendo rutas remotas.
En Bolivia, hay de todo, pero sobre todo tecnología anticuada. Claro que consigues las baterías europeas en La Paz o Santa Cruz, aunque a precios exorbitantes. Nos pidieron 1000 US$ para dos baterías, sin contar el envío a Sucre y sin garantía de que llegaran.

Las baterías que se encuentran en Sucre son, sobre todo, baterías inundadas que ya casi no se utilizan en Europa. Aquí son las más comunes por su bajo precio, pero requieren un mantenimiento constante que incluye comprobar y rellenar los niveles de electrolitos con agua destilada. Además, son bastante más grandes que las nuestras. Eso sí, las publicitan bajo el slogan “Tecnología alemana”, aunque a saber de cuándo datan.
Kilómetro. 857: Villazón, frontera Bolivia-Argentina
Con la esperanza intacta, nos ponemos camino a Argentina. Consultamos con talleres Toyota, pero la suerte no estaba de nuestro lado. Las baterías disponibles no se ajustaban a nuestras necesidades ni a nuestro bolsillo. Los presupuestos rondaban los 600-700 US$.
Un giro inesperado
En la frontera, otra viajera nos menciona Chile como la tierra prometida de las baterías AGM. Gracias a amigos chilenos, mientras hacemos cola en la frontera boliviano-argentina, compramos las baterías online. No son las baterías perfectas, pero al menos de tipo AGM, 100Ah y “solo” cuestan 300 US$, envío incluido.
Kilómetro 1473: San Pedro de Atacama, Chile
Recorremos 12 horas de sinuosas carreteras a más de 4000 m s. n. m. y potencia reducida. Lo mejor de todo, conseguimos cruzar dos fronteras sin apagar el motor. Solo apagamos el Land Cruiser por la noche para dormir y por la mañana nos ayudan unos amigos a arrancarlo: rodando, empujando o tirando.

La emoción de tener las baterías se transformó en desánimo al descubrir que no cabían en el capó y un mecánico nos echó un jarro de agua fría al asegurar que no servirían para arrancar el coche. Aun así, Michi, con su ingenio y herramientas limitadas, improvisó unos agarres y conectores nuevos. En resumen, más de 10 horas de trabajo.
Final feliz
1400 kilómetros después, con las baterías instaladas, celebramos nuestra particular odisea. Ha sido un viaje en el que hemos recorrido una distancia comparable con ir de Ginebra, en Suiza, a Madrid, España. Pero, sobre todo, nos ha enseñado la importancia de la paciencia, la improvisación y la amabilidad de los viajeros que comparten camino.